HACIA UNA SEMIÓTICA DEL ESPACIO TEATRAL - 5
El paso del siglo XIX al siglo XX marca una diferencia en el uso del espacio teatral, ya no se concibe como fondo o contexto para desarrollar una acción, adquiere un lenguaje propio, busca su propia expresión como sistema de signos autónomos que se integran en la representación con los demás en este arte total que llamamos teatro.
El teatro deja de ser ilusión para dar paso a la convención. El espacio teatral se concibe como una totalidad que involucra activamente la escena y la sala, modificándose constantemente y planteando nuevas soluciones arquitectónicas.
Se empieza a hablar de la unidad estilística, que se refiere a la forma como se articulan todos los componentes de una representación, y no como comúnmente se entiende refiriéndose únicamente al aspecto plástico-formal de la escenografía.
El espacio teatral deja de “ilustrar” las acciones para “iluminar” la escena, creando sentido en el intercambio entre espacio y texto. No sólo es el lugar del discurso, también significa y se experimenta.
El teatro deja de ser ilusión para dar paso a la convención. El espacio teatral se concibe como una totalidad que involucra activamente la escena y la sala, modificándose constantemente y planteando nuevas soluciones arquitectónicas.
Se empieza a hablar de la unidad estilística, que se refiere a la forma como se articulan todos los componentes de una representación, y no como comúnmente se entiende refiriéndose únicamente al aspecto plástico-formal de la escenografía.
El espacio teatral deja de “ilustrar” las acciones para “iluminar” la escena, creando sentido en el intercambio entre espacio y texto. No sólo es el lugar del discurso, también significa y se experimenta.
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